Termas de Río Hondo se enorgullece de contar entre sus habitantes con figuras que han marcado un antes y un después en la vida de la comunidad. Una de ellas es, sin duda, el Dr. Juan E. Bucciarelli, un médico cirujano cuya trayectoria de más de 40 años en esta ciudad termal lo ha convertido en una verdadera leyenda viva. Conocido y querido por generaciones de termeños, su historia es un testimonio de dedicación, sacrificio y un profundo compromiso con la salud pública y privada.
Un Recorrido Vital desde Achiras a la Medicina
Nacido en Achiras, un pequeño pueblo de Córdoba, el Dr. Bucciarelli experimentó desde joven el desafío de salir de un entorno limitado para perseguir sus sueños. Tras terminar el secundario en Córdoba, enfrentó la difícil prueba de ingresar a la facultad de Medicina en una ciudad inmensa, comparando la experiencia con la película de Francella en Nueva York. Con esfuerzo y estudio constante, logró ingresar en un proceso altamente competitivo, superando a miles de aspirantes. Los primeros años de estudio fueron arduos, con filtros y exámenes exigentes, pero su determinación, incluso superando problemas personales de salud y los de su padre, lo llevó a recibirse.
Aunque su padre deseaba que trabajara en el pueblo una vez recibido, el Dr. Bucciarelli anhelaba seguir formándose. Decidió presentarse a la residencia, una etapa crucial para especializarse. A pesar de que las posibilidades de ingreso para quienes se presentaban por primera vez eran casi nulas, se preparó a fondo, no solo para probar, sino para obtener un excelente resultado. Su notable desempeño en el examen le abrió las puertas a las entrevistas personales, logrando ingresar en primer lugar a la residencia de Cirugía.
Durante sus tres años de residencia en el Hospital Clínicas de Córdoba, tuvo la oportunidad de formarse bajo la guía de profesores de renombre mundial, como Narciso Hernández, y otros adjuntos expertos en diversas áreas como cirugía vascular (algunos de cuyos estudios fueron base para los bypass de Favaloro), várices, pulmón, vía biliar, páncreas, e incluso un pionero en implantes plásticos que atraía pacientes internacionales. Se convirtió en ayudante de estos «capos», adquiriendo un conocimiento y destreza quirúrgica que, según él mismo, no sabía cuán profundo era hasta que llegó a Termas.
Más allá de la cirugía, el Dr. Bucciarelli aprovechó su tiempo de formación para ampliar sus conocimientos. Realizó un curso intensivo de pediatría por si trabajaba en el interior. En los tres meses entre su graduación y el inicio de la residencia, se integró voluntariamente a la Maternidad Provincial, trabajando intensamente como residente para aprender ginecobstetricia, partos (incluyendo los de riesgo y cesáreas). Incluso durante la residencia de cirugía, aprovechaba el tiempo libre para asistir a residentes de otras especialidades, aprendiendo, por ejemplo, cirugías de amígdalas o cómo tratar lesiones oculares graves. Toda esta formación diversificada le sería invaluable en el interior.
Sus profesores en Córdoba querían que siguiera la carrera docente, hiciera un doctorado y se dedicara a la investigación, incluso ofreciéndole becas para el extranjero, como en Alemania o Estados Unidos. Sin embargo, el Dr. Bucciarelli rechazó esta posibilidad. La experiencia de desarraigo y discriminación que habían vivido sus abuelos italianos al emigrar a Argentina pesó en su decisión. Además, la carrera docente era muy sacrificada y mal pagada, y él no contaba con el capital económico de muchos de sus colegas para sustentarse durante años. Decidió que quería quedarse en su país y ejercer, buscando un lugar para trabajar fuera de la gran ciudad de Córdoba, que tampoco le gustaba.
La Llegada a Termas de Río Hondo: Un Llamado del Destino
El destino, o quizás la providencia, jugó un papel crucial en su llegada a Termas. Había conocido a Rolando Nadeau, un sacerdote que en ese momento era superior de su congregación en Argentina. Eran amigos íntimos; el Dr. Bucciarelli le había ayudado con inglés para la residencia y atendía a los seminaristas, mientras que Rolando lo atendía a él. Cuando Rolando decidió trasladarse a Termas de Río Hondo después de cumplir sus 3 años en Córdoba, invitó al Dr. Bucciarelli y su esposa, Cristina, a cenar. Rolando le describió la dramática situación sanitaria en Termas: falta de cirujanos, gente muriendo por apendicitis, partos complicados, hemorragias sin atención adecuada, necesidad de derivar casos simples que a menudo fallecían en el camino.
Aunque inicialmente escéptico, el Dr. Bucciarelli visitó Termas con su esposa, acompañados por Rolando y tomaron la decisión de mudarse a Termas fue influenciada por un sentimiento «místico», siguiendo a su amigo sacerdote y sintiéndose atraído por la vida en el interior.
Rolando lo ayudó activamente en su llegada: lo llevó a Santiago para anotarse en el Ministerio de Salud para un cargo en el hospital, lo contactó con las dos clínicas locales (Mukdise y Corbalán), quienes le ofrecieron trabajo. Finalmente, obtuvo el nombramiento para el hospital de Termas, lo que confirmaba su destino. Llegó a Termas el 2 de abril de 1982, la misma noche en que se declaraba la Guerra de Malvinas. Aunque como cirujano del hospital de Córdoba estaba destinado a ser convocado en caso de guerra, finalmente no lo llamaron, quizás por estar ya en Termas.
Pionerismo Quirúrgico en un Contexto Desafiante
Su llegada a Termas reveló la precariedad de la infraestructura quirúrgica. En el Sanatorio del Carmen, propiedad de Corbalán y Olmedo, que eligió para empezar en el ámbito privado, no había quirófano ni equipamiento adecuado. Una habitación que se usaba para partos se improvisó como quirófano. Había pocos autoclaves y estufas para esterilizar. El Dr. Bucciarelli tuvo que entrenar a las enfermeras en tareas básicas como doblar gasas e hilos, y preparar los materiales. No había instrumentista, por lo que incorporó a María Rosa Galván, una joven que estaba estudiando para serlo. El personal de la clínica se mostró muy entusiasta y colaborativo.
Otro gran obstáculo era la falta de anestesistas. En Santiago había técnicos, pero estaban muy ocupados. La llegada de Santos Gordillo, un técnico anestesista con mucha experiencia del Hospital Regional de Santiago, fue un «tremendo alivio». Aunque no era médico anestesista, estaba muy bien entrenado, especialmente en anestesia de riesgo y urgencias, e incluso realizaba anestesia pediátrica «espectacular».
El Dr. Bucciarelli se convirtió en un precursor de la cirugía en Termas de Río Hondo, tanto en el sector privado como, posteriormente, en el público, donde la cirugía nunca se había realizado antes. Al llegar al hospital público con su nombramiento, el Dr. Jerez, el médico a cargo, se mostró escéptico y le dijo que nunca podría operar allí. A pesar de esto, el Dr. Bucciarelli, con calma, aseguró que ya estaban haciendo las cosas.
Comenzaron a operar primero en la clínica. Uno o dos años después, en el viejo hospital, se acondicionó una habitación con azulejos para crear un quirófano. Las enfermeras de la clínica ayudaron a enseñar a las del hospital, y algunas, como Norita Jaime, se mostraron muy dedicadas en aprender a preparar materiales y esterilizar. Se realizó la primera cirugía en el hospital: una apendicitis.
Sin embargo, operar en el hospital público enfrentó resistencia. Parecía haber gente que no quería que se realizaran cirugías allí. Tras un par de cirugías, surgían problemas frecuentes, a menudo relacionados con la anestesia o el pago a Gordillo, quien daba algunas anestesias gratis pero luego pedía que el hospital o la cooperadora le pagaran al menos el viaje. A pesar de esto, lograron realizar cirugías menores como apendicitis, hernias, lipomas y tratar abscesos y suturas grandes que antes se derivaban.
La resistencia llegó a un punto crítico cuando, durante una cirugía de apéndice, se detectó una gotera en el techo del quirófano. Justo después de terminar la operación y sacar al paciente, el techo del quirófano se desplomó. Se descubrió que alguien había obstruido el desagüe del techo intencionalmente para que el agua se acumulara y cayera. Este incidente, que el Dr. Bucciarelli considera intencional basado en advertencias previas de enfermeras, obligó a parar las cirugías en el hospital.
En el Sanatorio del Carmen, continuó operando, formando un buen equipo con el bioquímico Dr. Abdo y las enfermeras. En una época sin ecografía en Argentina, todo dependía de la clínica médica, y las cirugías abdominales eran una «caja de Pandora». A pesar del miedo a derivar casos graves como peritonitis (que a menudo morían en el traslado), el Dr. Bucciarelli se atrevía a operar, aplicando los conocimientos adquiridos con los «super capos» de Córdoba. Con el tiempo, el Sanatorio del Carmen creció, pero la llegada de otros profesionales y familiares generó problemas internos, haciendo que el ambiente se «pudriera» y el Dr. Bucciarelli decidiera cambiarse de clínica.
Se trasladó a la clínica del Dr. Rubén Mera, quien la transformó en un sanatorio abierto. Allí trabajó durante muchos años, con tres quirófanos (uno de partos y dos quirúrgicos), lo que les permitió operar de forma más rápida y eficiente.
Una Vocación de Servicio Inagotable
La carga de trabajo del Dr. Bucciarelli en Termas era abrumadora. Durante sus primeros 10 años, realizaba un promedio de 30 a 35 cirugías mayores al mes (hernias, apéndices, vesículas, intestino, etc.) y unas 70 prácticas quirúrgicas menores (suturas, lipomas, lunares). Esto sumaba más de 100 procedimientos al mes, trabajando 11 meses al año. Además de las cirugías, tenía un consultorio muy concurrido.
Su dedicación implicaba jornadas extenuantes. Podía salir de una guardia en el hospital mal dormido, ir a la clínica, atender, comer algo rápido y volver a operar a las 2 o 3 de la tarde, terminando a veces a medianoche, a las 5 de la mañana, o más tarde si surgía una urgencia. El Dr. Gordillo a menudo venía cansado de Santiago, e incluso tuvo un incidente en el que se pasó de largo hasta Tucumán en el colectivo. En esa época sin celulares, la espera era inevitable.
El Dr. Bucciarelli describe su labor como un «sacerdocio», una verdadera vocación de servicio. Esto significó sacrificar momentos personales. A menudo, tras ser llamado para una urgencia de fin de semana, terminaba en el quirófano mientras su familia e invitados esperaban, a veces llegando él solo para el postre. Tuvo que perderse actos escolares de sus hijos, llegando a operar cuando debería estar filmando su graduación. Reconoce que sus hijos a veces le reclamaban su ausencia.
La gran cantidad de pacientes que atendía lo obligó a aprender a decir «no», algo que fue «duro» porque no podía atender a todos, y tenía que elegir a quién ver. Menciona haber atendido una «barbaridad de gente». En el hospital, veía 15-20 pacientes por la mañana de forma muy rápida. En el consultorio, veía otros 20 por la mañana y 15-20 por la tarde. Recuerda una anécdota donde salía «mareado» de operar en un sanatorio externo y los taxistas apostaban hacia dónde se dirigiría su auto.
Su esposa, Cristina, fue una compañera fundamental, «aguantando todo» el ritmo y las ausencias.
El Dr. Bucciarelli se jubiló de la actividad médica hace 7 u 8 años, y de la cirugía hace unos 10 años, a sus 71 años. Dejó de operar debido a problemas de columna, consecuencia del esfuerzo de operar tanto. Actualmente, sigue trabajando, dedicándose a la clínica médica, principalmente atendiendo pacientes de PAMI y otras mutuales. A pesar de recibir una jubilación mínima, continúa ejerciendo porque se siente «feliz» y «no [se] ve sin ir al consultorio».
Conexión con la Comunidad y Otras Pasiones
Además de su intensa labor médica, el Dr. Bucciarelli se integró activamente a la vida social de Termas. Fue socio fundador del Rotary Club y tuvo un rol clave en la creación de la Sociedad Italiana local. Inspirado tras un viaje a Italia, reunió a personas con apellidos italianos y juntos fundaron la sociedad, promoviendo la cultura y el idioma, logrando incluso que el consulado italiano pagara clases de italiano en Termas. Su esposa también fue precursora del hockey sobre patín en la ciudad.
Su enamoramiento de Termas no solo se reflejó en su arraigo, sino también en otras facetas creativas. Ha incursionado en la escritura, publicando tres libros: «Achiras» (historia de su pueblo), «Historia Familiar», y «Vivencias Universitarias». Actualmente, está escribiendo otro libro sobre la historia de la medicina en Termas, repleto de anécdotas de pacientes y amigos. También cultiva la fotografía y la pintura, pasiones que desarrolló desde muy joven. Incluso en su juventud, con limitaciones de recursos, aprendió técnicas de fotografía, revelado y filmación en Super 8, llegando a realizar trabajos comerciales como filmar casamientos o domas. Participó en concursos de fotografía, dibujo y pintura, obteniendo menciones y premios.
Reflexiones y Mensajes
Al reflexionar sobre su trayectoria, el Dr. Bucciarelli expresa una profunda gratitud hacia la gente de Termas y de todo el departamento Río Hondo. A pesar de haber tenido oportunidades laborales atractivas en otros lugares, eligió quedarse por sentirse integrado a la comunidad.
Su mensaje de prevención a la población se basa en la experiencia de tantos años. Recomienda una dieta saludable, evitar el tabaco y las drogas, y hacer deporte en cualquiera de sus formas (caminar, trotar, nadar). También destaca la importancia de las vacunas y el buen plan de vacunación en el país.
Sobre las patologías que más observa actualmente en su consulta (principalmente de control, no urgencias, dado que atiende PAMI), menciona la diabetes y la hipertensión. Subraya que los diabéticos que se cuidan andan «de 10», pero quienes no lo hacen sufren graves complicaciones. Resalta la disminución del tabaquismo, comparándolo con la época en Córdoba donde la mayoría de los pacientes con arterias tapadas eran fumadores.
Compartió anécdotas conmovedoras que ilustran el impacto de su trabajo y su calidad humana, como una joven que lo buscó para agradecerle por haberle hecho la cesárea a su madre, o un señor que había sufrido una grave lesión en la mano en su infancia, a quien el Dr. Bucciarelli trató y rehabilitó, y que años después se recuperó completamente siguiendo sus indicaciones.
Finalmente, resalta la importancia de la esperanza, incluso frente a diagnósticos difíciles. Relata el caso de un paciente desahuciado por otro médico que, con apoyo y enfoque en el tratamiento y la fe, vivió muchos años más. Su enfoque humano al dar malas noticias y su capacidad de infundir esperanza son parte integral de su «sacerdocio» médico.
El Dr. Juan E. Bucciarelli es mucho más que un médico en Termas de Río Hondo; es una institución, un pionero y un ejemplo de vocación y compromiso. Su historia, entrelazada con la de la ciudad, perdura en la memoria y el agradecimiento de innumerables pacientes a los que aun hoy dedica su vida.
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