Un cordobés deberá desembolsar $ 700.000 como pasaporte a su libertad, 24 días después de haber sido detenido, sindicado de integrar una banda que esquilmaba a santiagueños ofreciéndoles falsos descuentos en servicios de streaming por suscripción en series y películas en un dispositivo con conexión a internet.
El rostro visible del grupo fue Daniel Castillo, a quien la Fiscalía atribuía cargos por «defraudación mediante el uso de datos de tarjetas de compra, crédito o débito, mediante el uso no autorizado de sus datos».
Todo se precipitó en marzo. El jubilado Rolando Nicolossi recibió una oferta para un tentador descuento en el servicio de streaming. El hombre llamó por teléfono y del otro lado, una voz agradable de tonada cordobesa le informó que debía bajar una aplicación.
En menos de dos días, el jubilado verificó en su cuenta bancaria y le habían retirado $ 700.0000. Interpuso la denuncia y de inmediato comenzaron a trabajar los expertos del Departamento Delitos Económicos.
A las pocas semanas, los policías rastrearon la ruta del dinero de Nicolossi y llegaron a una billetera virtual, pero también a cuentas con otras identidades: ello dejó entrever que hubo varios eslabones en quienes se «afirmaba» la larga cadena delictiva.
En conclusión, Delitos Económicos tiró de la cuerda y en el extremo opuesto apareció Daniel Castillo, quien en sus ratos de trabajo se dedicaba a la estética en vehículos. Apresado, fue conducido a Santiago del Estero e indagado. Asistido por el abogado, Walter Alustiza, el sujeto no soltó prenda, apenas verbalizó lo justo y necesario como para que su defensa inste a su libertad.
En efecto, la jueza de Control y Garantías, Sara Harón, le concedió la excarcelación, pero no será fácil. En clara proporcionalidad al daño causado, Castillo deberá efectivizar $ 700.000 de fianza real, cifra que aún no habría reunido.
El resto de la cadena
Mal que les pese, el resto de la banda también ya habría sido visibilizado, tanto que la Fiscalía trabaja puliendo pedidos de detenciones a ser trasladados y debatidos por jueces de diferentes jurisdicciones.
Las cuentas y billeteras truchas quedaron expuestas, tanto o más que los cordobeses ajenos a la autoría de la ingeniosa operatoria: de todos modos, proclives a ceder sus cuentas, o presentarse en caja, a recibir los dineros de los santiagueños y ganarse unos pesos, pero entregando el fuerte del botín a los cerebros.
Fuente El Liberal
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