La lucha contra las adicciones es un camino oscuro y tortuoso, pero Germán Gómez se ha convertido en un faro de esperanza para aquellos que se encuentran atrapados en ese laberinto. En una conmovedora entrevista emitida en el programa «Miradas», este joven de 33 años compartió su desgarrador testimonio y su arduo camino hacia la recuperación.
Germán fue brutalmente honesto al admitir que su puerta de entrada al consumo de drogas se remonta a los 12 años, cuando probó el alcohol por primera vez. «Inconscientemente, lo buscaba», confesó con franqueza. «Los adictos somos personas hipersensibles, y cuando tomé a esa edad, supe que había cambiado mi forma de pensar y mi estado de ánimo. Era una anestesia para no sentir, para no pensar»,
A partir de ese momento, su adicción fue progresiva y devastadora, pasando del alcohol a la marihuana y, finalmente, a la cocaína, una droga «durísima», según sus propias palabras. Germán le describió a Guido Buabud, conductor del espacio, con cruda honestidad cómo tocó fondo, recordando estar «en posición fetal en una cama, llorando y pidiéndole a Dios que hiciera lo que sea» para salir de ese infierno.
Fue entonces cuando su familia entró en acción, especialmente su madre, a quien Germán califica como «tremenda». Ella lo enfrentó con amor incondicional, pero también con límites claros y firmes, algo fundamental para que él pudiera «tocar fondo y pegar la patada para salir hacia arriba».
Después de un intenso tratamiento de tres años en un prestigioso centro de rehabilitación en Buenos Aires, Germán logró mantenerse «limpio» durante seis años y tres meses. Hoy, a sus 33 años, forma parte de grupos de Narcóticos Anónimos y comparte su experiencia en escuelas secundarias de su ciudad natal, Termas de Río Hondo, con el objetivo de concientizar a los jóvenes sobre los peligros de las adicciones.
«Se puede salir, para el que cree, todo es posible», afirma Germán con convicción inquebrantable. «Muchos hemos atravesado este proceso y hoy estamos en recuperación, sabiendo que el consumo no es una solución, sino que intensifica los problemas y crea nuevos y peores».
Su mensaje es claro y contundente: las drogas no son un escape, sino una trampa mortal. Para quienes están luchando contra las adicciones, Germán insta a la familia a actuar con amor y límites claros, y a los propios adictos, a buscar ayuda profesional y creer en la posibilidad de cambio.
«La adicción es una enfermedad democrática, no distingue clases sociales ni edades«, advierte Germán. «Puede llegar a cualquier persona, por eso es fundamental la prevención y la concientización desde temprana edad».
A través de su valentía, determinación y profunda fe, Germán Gómez se ha convertido en un faro de esperanza para aquellos que se encuentran atrapados en las garras de las adicciones, demostrando que la recuperación es posible si se lucha con perseverancia, humildad y una red de apoyo sólida.
Su testimonio es un poderoso recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, hay una luz al final del túnel, una luz que él ha logrado alcanzar y que ahora comparte con generosidad para iluminar el camino de otros.
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