Desde mediados de octubre del año pasado hasta mediados de marzo pasado, una investigación realizada por biólogos en el Canal de la Patria, en Santiago del Estero, registra la muerte de más 250 animales pertenecientes a más de cuarenta especies de fauna silvestre. Sin embargo, las proyecciones más realistas apuntan a la muerte de miles de individuos en ese lapso de tiempo por la inoperancia oficial tras los primeros alertas, en aquella fecha.
Hoy llamado por los ambientalistas el “canal de la muerte”, se trata de una traza de 200 kilómetros hormigonados, en paralelo a otro canal de tierra histórico, que desde su inauguración en 2023 lleva agua desde Santos Lugares a Amamá, Quimilí y Tintina.
Mientras los cadáveres de animales se siguen acumulando en el lecho, las autoridades de la provincia de Santiago del Estero continúan dando las mismas explicaciones que dieran luego de que, pocos días antes de las elecciones nacionales, el año pasado se viralizaran impactantes imágenes de unos osos hormigueros y ejemplares de otras especies intentando mantenerse a flote en una de las rejas de hierro del entonces recién estrenado canal.
Consultada por LA NACION para esta nota, la directora de Bosque y Fauna provincial, Noelia Zanichelli, sugirió hablar con el subsecretario de Medio Ambiente, Carlos Salmoraighi. Este –que depende del Ministerio de Producción, Recursos Naturales, Forestación, Tierras y Medio Ambiente, y tiene bajo su órbita estudiar todos los aspectos de impacto ambiental de distintos proyectos– afirmó: “Toda obra que se ejecute en la provincia tiene que cumplir con la ley. Los responsables son los inspectores ambientales de la obra”. Y delegó la responsabilidad en el Ministerio de Obras Públicas de Santiago del Estero, “que es quien ejecuta las obras”, dijo.
LA NACION intentó hablar con el ministro de Obras Públicas, Aldo Hid, quien derivó la consulta al subsecretario del Agua, Sergio Zaltz, quien –según se informó– “se encuentra de viaje por (un) estudio médico y estaría la otra semana reintegrándose a sus funciones”.
Lo cierto es que en el lapso de tiempo en el que se desencadenó el escándalo a causa de las primeras imágenes de los osos tomadas por pobladores y el martes, en que se volvieron a ver en las redes cuerpos de animales flotando en el agua, lejos estuvo la gobernación de encontrar una solución, a pesar de afirmar por todos los medios que mientras la solución definitiva se pudiera concretar no moriría un solo animal más.
Esta vez, quienes dieron la voz de alarma fueron un grupo de biólogos, miembros del Centro para el Estudio y Conservación de las Aves Rapaces de la Argentina (Cecara), becarios doctorales e investigadores del Conicet, quienes estudiando el águila coronada (Buteogallus coronatus) llegaron hasta esos parajes. Tras ser testigos de lo que sucede, resolvieron revelar la situación y luego participar a otras asociaciones civiles, como Azara, Aves Argentinas, Vida Silvestre y la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). De ese trabajo, además, surgió un video que recopila y muestra el drama que se registra en la zona
“Soy biólogo y soy becario del Conicet. Estoy trabajando con el águila coronada, una especie de ave rapaz amenazada que habita toda la zona árida del centro y norte de la Argentina –dice el español Diego Gallego García–. Este año nos financiaron la investigación de esta especie en la provincia de Santiago del Estero. Cuando se viralizaron las primeras imágenes yo estaba en la zona, y unos días después fuimos al lugar de los hechos. Al ver toda esta situación, preferimos no alzar la voz e investigar concienzudamente”.
Y agrega: “Durante los siguientes meses efectuamos una recorrida por mes, a lo largo de todo el canal, y entrevistamos a una veintena de pobladores de la zona, pidiéndoles que nos reportaran casos de ahogamientos que presenciaran. Con los datos en la mano, decidimos convocar a asociaciones ambientalistas para presentarles el caso. La Fundación Vida Silvestre decidió apersonarse en el canal para ayudarnos en el último muestreo, el de Marzo). Hasta ahora no ha habido casi medidas de mitigación de esta mortalidad, salvo la instalación de cinco escaleras en un tramo de treinta kilómetros y un camión de primeros auxilios que envió el entonces ministro Juan Cabandié, unos días antes de las elecciones“.
Según cuenta el biólogo, originario de Bilbao, desde octubre “hemos registrado más de 250 animales muertos, pertenecientes a más de cuarenta especies de fauna silvestre. El oso hormiguero, la tortuga terrestre, la mulita, el mataco bola, especies con alguna categoría de amenaza de sus poblaciones, amén del guazuncho, pecaríes de collar, zorros y hasta pumas. También se están cayendo muchos reptiles, como la boa lampalagua, y aves y animales domésticos como perros, chivas, vacas, chanchos. Este canal podría estar produciendo una extinción regional de la fauna silvestre”.
Lo curioso es que esta problemática ya es conocida desde hace décadas en al menos seis países de Europa, América del Norte y África, y en todas estas instancias las medidas de mitigación han sido insuficientes. Ya sea porque no eliminan por completo el riesgo de ahogamiento o porque generan otros efectos indeseables para la fauna silvestre, como el aislamiento de las poblaciones de las especies entre sí.
“La única solución, para detener este ecocidio, sería cerrar o entubar el canal, como ya se ha hecho con otros canales de agua en el país. Hay especies de animales cuyo estado de conservación está comprometido y un factor de mortalidad tan brusco como este podría ser el golpe de gracia para su extinción”, concluye Gallego García.
Fuente La Nación
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